12.25.2007

Feliz falsedad

El espíritu navideño es fundamentalmente hipócrita: preocuparse de los pobres sólo en estas fechas (por si no os habíais dado cuenta, ellos son pobres todo el año...), la televisión haciendo programas contra la injusticia económica y de muchos otros ámbitos (cuando ellos son millonarios y les importa un bledo esa gente, pues si no les aportarían más dinero, dado que a ellos les sobra abundantemente. ..) y con el único fin de conseguir más fama por estos actos... Es indignante.

Feliz Falsedad

Liturgia y Costumbres

El papel de la Navidad en la Liturgia y las costumbres
populares para la celebración navideña.
En el tema principal desarrollado por la liturgia de
Navidad encontramos los elementos básicos de la
teología y de la pastoral de la fiesta. La Navidad no
es sólo un recuerdo de un suceso histórico.
Constantemente la liturgia subraya que el hecho del
nacimiento de Jesucristo está ordenado a la Redención,
a la Pascua, a la Parusía. Según la terminología de
los antiguos, la Navidad es una mcmoria (misterio),
cuyo centro es la muerte y resurrección de Jesucristo,
siempre presente y operante, como alma de toda
celebración litúrgica.

Alrededor de la liturgia de Navidad se ha formado, en
el decurso de los siglos, una serie de costumbres
folklóricas que han contribuido a crear un ambiente
festivo en la intimidad de las familias y en las
calles de aldeas y ciudades. Ya en el Siglo V se
compusieron cantos populares sobre el misterio de la
Encarnación, inspirados en la teología y la liturgia
de Navidad. Cuando, en el siglo XIII, San Francisco de
Asís y sus discípulos propagan la devota práctica de
construir "belenes" en las iglesias y en las casas, se
extienden los villancicos de Navidad, caracterizados
por el tono sensible e ingenuo de sus letras y de sus
melodías; se refieren preferentemente a los
sentimientos de la Virgen y de los pastores ante la
pobreza que Dios ha escogido al tomar un cuerpo
humano.

En los últimos siglos el repertorio de villancicos de
Navidad ha aumentado considerablemente; a veces sin
una relación directa con la dimensión religiosa de la
fiesta o respondiendo a una "piedad" sólo sentimental
sobre el "niño Jesús", al margen o sin favorecer la
participación y la comprensión de la fiesta y de su
liturgia.

Como para expresar visiblemente el significado de la
"iluminación" obtenida por el nacimiento de
Jesucristo, desde antiguo se introdujo el hábito de
encender fuegos durante la noche de Navidad,
reemplazando tradiciones precristianas. El alumbrado
extraordinario de los lugares públicos durante el
tiempo de Navidad se ha inspirado en esos usos.

Desde el siglo XVI, en los países nórdicos, se
empiezan a reunir en torno a un árbol -el árbol de
Navidad-, signo de la gracia alcanzada por la
Encarnación y por la muerte en el árbol de la cruz de
Jesucristo, en contraposició n del pecado que se
originó en el árbol del paraíso.

También desde antiguo se destinó para el día de
Navidad la práctica de cambiarse regalos y
felicitaciones; práctica sugerida por la que existía
en Roma el día primero del año, llamada estrenas. Al
principio se simbolizaba que era el niño Jesús quien
ofrecía los regalos.

En Espafía son más bien los Reyes Magos quienes
distribuyen los dones, y no tanto por Navidad cómo por
la Epifanía, en que se conmemora el hecho de la
entrega de sus obsequios a Jesucristo. La liturgia del
tiempo de Navidad une las festividades del nacimiento
del Redentor con la de su Epifanía. Durante la octava
de Navidad se celebran las "memorias" de los Santos
Esteban, Juan Evangelista e Inocentes, como las más
antiguas, a las que Oriente añadía la de los Santos
Pedro y Pablo. Su inserción en esos días responde a un
primer esbozo de ordenación del "propio de los
santos", que encontramos ya en el Siglo IV.

Costumbres Navideñas

A continuación se explicarán con más detalle algunas
de las Costumbres Navideñas:

El calendario

Al fijare esta fecha, quedaron también fijadas la de
la Circuncisión y de la Presentación; la de la
Expectación y, quizás, la de la Anunciación de la
Santísima Virgen María; también la del Nacimiento y
Concepción del Bautista (cf. Thurston en Amer. Eccl.
Rev., Diciembre, 1898). Hasta el siglo décimo la
Navidad era considerada, en los documentos
pontificios, el inicio del año eclesiástico, como se
sigue haciendo en las Bulas; Bonifacio VIII
(1294-1303) restauró temporalmente esta costumbre, la
cual Alemania sostuvo durante algún tiempo más.

Las celebraciones populares

El códice Theod., II, 8, 27 (cf. XV, 5,5) prohíbe, en
el año 425, los juegos del circo durante el 25 de
diciembre; aunque no fue hasta el Códice de Justino
III, 12, 6 (529) que esta prohibición fue realmente
impuesta. El Segundo Concilio de Tours (can. XI,
XVII), en el año 566 ó 567, proclama la santidad de
los "doce días" desde la Navidad hasta la Epifanía, y
el deber de ayunar durante el Adviento; el de Agde
(506), en los cánones 63-64, decreta una comunión
universal, y el de Braga (563) prohíbe el ayuno
durante el Día de Navidad. Pero, las celebraciones
populares navideñas aumentaron tanto, que en 1110 se
dieron las llamadas "Leyes del Rey Cnut", decretando
un ayuno desde Navidad hasta Epifanía.

Las tres Misas

Las tres misas que señalan para esta fecha el Misal de
Gelasio y el Gregoriano, y éstas con un martirologio
especial y sublime, y con la dispensa, si fuera
necesaria, de la abstinencia, todavía hoy son
guardadas. Si bien Roma señala sólo tres Misas para la
Navidad, Ildefonso, un Obispo español, en el 845,
alude a una triple Misa en Navidad, Pascua,
Pentecostés, y la Transfiguració n (P.L., CVI, 888).
Estas Misas, de medianoche, al alba, e in die, están
místicamente relacionadas con la distribución judía y
cristiana, o (como lo dice Santo Tomás, Summa Theol.,
III:83:2) al triple "nacimiento" de Cristo: en la
Eternidad, en el Tiempo, y en el Alma. Los colores
litúrgicos variaban: negro, blanco, rojo, o (por
ejemplo en Narbona) se usaba el rojo, blanco, y
violeta (Durand, Rat. Div. Off., VI, 13). El Gloria
era sólo entonado al principio de la primera Misa de
ese día.

El origen histórico de esta triple Misa, probablemente
fue de la siguiente manera (cf. Thurston, en Amer.
Eccl. Rev., Enero, 1899; Grisar, Anal. Rom., I, 595;
Geschichte Roms… im mittelalter I, 607, 397; CIV.
Catt., 21 septiembre de 1895, etc.): La primera Misa
era celebrada en el Oratorium Præsepis en Santa María
La Mayor —una iglesia probablemente asimilada desde el
principio a la basílica de Belén— y la tercera en San
Pedro, reprodujeron en Roma el doble Oficio de Navidad
mencionado por Eteria (véase lo anteriormente dicho)
en Belén y Jerusalén. La segunda Misa era celebraba
por el Papa en la "capilla real" del Palatino, para
los miembros de la corte bizantina, es decir, la
capilla de Santa Anastasia, como fue originalmente
llamada, al igual que la basílica en Constantinopla,
Anastasis, y como ella, fue construida para reproducir
la basílica del mismo nombre de Jerusalén —y como ella
también, finalmente abandonó el nombre de "Anastasis",
por el de la mártir Santa Anastasia. La segunda Misa
fue, por consiguiente, una deferencia que el Papa
hacia a la iglesia imperial en su fiesta patronal. Las
tres lugares se mantuvieron así, pues, por el año 1143
(cf. Ord. Romani en P. L., LXXVIII, 1032) el Papa dejó
de oficiar la tercera Misa en el distante San Pedro, y
la empezó a decir en el altar mayor de Santa María La
Mayor. En esta tercera Misa, León II inauguró, en el
año 800, por medio de la coronación de Carlomagno, el
Sacro imperio romano. Este día se convirtió en el
favorito para las ceremonias de la corte, y en él, por
ejemplo, Guillermo de Normandía fue coronado en
Westminster.

Las representaciones dramáticas

La historia de la dedicación del Oratorium Præsepis en
la basílica de Liberio, de las reliquias allí
guardadas y sus imitaciones, no pertenecen a esta
disertación [cf. Crib; Relics. Los datos están bien
dados por Bonaccorsi (Il Natale, Roma, 1903, ch. IV)],
pero la práctica de dar una expresión dramática, o por
lo menos espectacular, a los hechos de la Navidad,
fueron lo que, de alguna manera, dieron origen a los
misterios litúrgicos. Por ejemplo, el ordinaria de
Ruán y el de Reims, colocan el officium pastorum
inmediatamente después del Te Deum y antes de la Misa
(cf. Ducange, Gloss. med. et inf. Lat., s.v.
Pastores); posteriormente, la Iglesia celebró un
segundo misterio "profético" después de Tierce, en la
que la Vigilia y la Sibila se unían con los profetas
del Antiguo Testamento para honrar a Cristo. (Para más
detalles sobre Vigilias y obras sobre la Navidad y
profecías, ver la obra de Comparetti, "Virgil in
Middle Ages", pág. 310 ss.). La obra "To out-herod
Herod", es decir sobreactuar, muestra la violencia de
Herodes.

Los pesebres, Belenes o Nacimientos

San Francisco de Asís en el año 1223 dio origen a los
pesebres o nacimientos que actualmente conocemos,
popularizando entre los laicos una costumbre que hasta
ese momento era del clero, haciéndola extra-litúrgica
y popular. La presencia del buey y del burro se debe a
una errónea interpretació n de Isaías 1, 3 y de Habacuc
3, 2 (versión "Itala"), aunque aparecen en el
magnífico "Pesebre" del siglo cuarto, descubierto en
las catacumbas de San Sebastián en el año 1877. El
burro en el que Balaam montó, en el misterio de Reims,
hizo que la fiesta recibiera el nombre de Festum
Asinorum (Ducange, op. cit., s.v. Festum).

Los himnos y villancicos

La degeneración de las obras dramáticas ocasionó la
difusión de villancicos y pastorales, a los cuales se
les a otorgado en ocasiones, una posición
cuasi-litúrgica. Prudencio, en el siglo cuarto, es el
primero (y único en su siglo) en escribir himnos para
la Navidad, pues los himnos "Vox clara" (himno para
Laudes en Adviento) y "Christe Redemptor" (Vísperas y
Maitines de Navidad) no pueden ser asignados a
Ambrosio. Sin embargo, el himno "A solis ortu",
pertenece a Sedulio (siglo quinto). Los primeros
Weihnachtslieder alemanes datan de los siglos undécimo
y duodécimo; los primeros villancicos conocidos datan
del siglo undécimo, y del siglo decimotercero. El
famoso "Stabat Mater Speciosa" es atribuido a Jacopone
Todi (1230-1306); "Adeste Fideles" data del siglo
decimoséptimo. Pero, éstos aires populares, e incluso
palabras, deben de haber existido desde mucho tiempo
antes de que fueran puesto por escrito.

Tarjetas y regalos

La costumbre pagana centrada en las calendas de enero,
influyó en las de Navidad. Tiele (Yule and Christmas,
Londres, 1899) ha recolectado muchos interesantes
ejemplos. La strenæ (eacute;trennes) del 1 de enero
romano (fuertemente condenado por Tertuliano, de
Idol., XIV y X, y por Máximo de Turín, Hom. el CIII,
de Kal. gentil., en P.L., LVII, 492, etc.) sobrevivió
en la costumbre de los regalos Navideños, las
tarjetas, y cajas.

Las fogatas Navideñas

Las fogatas durante las calendas eran un escándalo en
Roma, y San Bonifacio logró que el Papa Zacarías las
aboliera. Pero, probablemente esta fogata de Navidad,
en sus muchas formas, era originalmente encendido sólo
debido al invierno. Sólo a partir de 1577 se convirtió
en una ceremonia pública en Inglaterra; su
popularidad, sin embargo, creció inmensamente, sobre
todo en la Provenza; en la Toscana, la Navidad es
simplemente llamada ceppo (bloque, leño —Bonaccorsi,
op. cit., pág. 145, n. 2).

Además, estuvo también relacionada con otras
costumbres; en Inglaterra, un siervo tenía el derecho
de alimentarse a expensas de su señor, durante todo el
tiempo que durase el fuego de una rueda de madera, que
su señor le entregaba, el señor también entregaba a su
siervo una carga de madera, cuando nacía un niño;
Kindsfuss era el nombre de un regalo que se le daba a
los niños cuando les nacía un hermano o hermana, e
incluso, los animales de la granja también recibían el
suyo, cuando Cristo, el hermano universal, nacía
(Tiele, op. cit., pág. 95 ss.).

El árbol de Navidad

Gervasio de Tilbury (siglo trece), narra que en
Inglaterra el grano era expuesto la noche de Navidad,
para que adquiera la fertilidad del rocío que cae en
respuesta al "Rorate Cæli"; la tradición en la que los
árboles y las flores florecen durante esta noche, es
citada por primera vez, de un geógrafo árabe del siglo
décimo, y se extendió por toda Inglaterra. Alrededor
del siglo decimotercero, en la épica francesa, se ven
velas en los árboles florecientes. En Inglaterra, el
bastón de José de Arimatea era el que florecía en
Glastonbury y en otros lugares; cuando el 3 de
septiembre se convirtió en 14 de septiembre, en el año
1752, 2000 personas estuvieron observando si el espino
Quainton (cratagus præcox) brotaría en la nueva fecha
Navideña; y como no lo hizo, se negaron a guardar esta
nueva fecha. De esta costumbre de decorar los árboles
tomada de las calendas (que fue prohibido por el
Arzobispo Martín de Braga, c. 575, P. L., LXXIII —el
muérdago fue legado por los Druidas), surgió el del
árbol de Navidad, mencionado por primera vez en el año
1605 en Estrasburgo, e introducido en Francia e
Inglaterra, recién en el año 1840, por la princesa
Helena de Mecklenburg y el príncipe Consorte
respectivamente.

El visitante misterioso

Sólo con mucha cautela debemos relacionar al
misterioso bienhechor de la noche de Navidad —Knecht
Ruprecht, Pelzmärtel en un caballo de madera, San
Martín en un caballo de batalla blanco, Martín en un
corcel blanco, San Nicolás y su equivalente
"reformado", el Padre de la Navidad, quien junto con
su esposa Berchta, desciende en las noches entre el 25
de diciembre y el de 6 enero, en un caballo blanco,
para bendecir la tierra y los hombres. Las fogatas y
las ruedas encendidas iluminaban las colinas, se
adornaban las casas, los juicios eran suspendidos y se
celebraban fiestas (cf. Bonaccorse, op. cit., pág.
151). Knecht Ruprecht, de todos modos (mencionado por
primera vez en un misterio de 1668 y condenado en 1680
como un demonio) era sólo un siervo del Santo Niño.